Directora APSONOTICIAS
Escribir sobre la crítica situación que se vive en las cárceles colombianas no es nada fácil; muchos de nosotros tomamos la posición de Dios y reconocemos a la venganza como uno de los mejores métodos de penalización, sin embargo estamos en una sociedad que está cansada de la misma situación, secuestros, robos, masacres, desaparecidos, violaciones, maltrato infantil, delincuencia común, atropellamientos, e incluso atrocidades que no alcanzamos a imaginar y es ahí cuando confiamos en una justicia que creemos justa.
Pero aún no nos damos cuenta que las medidas que son tomadas con aquellas personas que están encarceladas no son las mejores y que en la mayoría de los casos lo único que se logra es alimentar un sentimiento de venganza que traerá una cadena de desgracias humanas, la realidad es más cruel de lo que pensamos.
Debemos tener en cuenta que el preso, independientemente de las causas y las circunstancias por las cuales está recluido es un ser humano y como tal tiene dignidad y los mismos derechos que cualquiera de nosotros, por lo tanto debe ser respetado como sujeto, las condiciones infrahumanas que deben soportar miles de presos en las cárceles del país poco a poco se han hecho del público conocimiento. Según la revista Semana, en una de sus publicaciones dice, “muchos presos duermen en tablones que improvisan sobre inodoros, algunos reciben sus alimentos directamente en sus manos, hay quienes han reportado el secuestro y la violación de sus compañeras el día de visita y otros deben convertirse en esclavos o juguetes sexuales de los caciques del patio para sobrevivir”.
Se ha llegado a decir que las cárceles colombianas son las “verdaderas universidades del crimen”, suena contradictorio pero realmente se podría decir que es así, el infierno que se vive ahí es difícil de soportar o al menos para aquellos que no cuentan con poder o con dinero para asegurar su integridad y llevar una vida digna, esto en el caso de personas con dinero, que son ubicados en patios de lujo, que cuentan con una habitación y comida digna, televisión, billares, gimnasio, celulares, e incluso no solo una visita sino varias, entre otros beneficios, es más, se podría decir que están de vacaciones y no pagando por los delitos cometidos.
El problema real es que muy rara vez los medios de comunicación dan a conocer la deprimente situación de los presos o lo que es más triste no se habla del tema o es ignorado, como muchas otras cosas en este país, todo esto para no desmontar la falsa idea que se tiene del estado y del sistema, que muchos creen que es eficaz y no saben realmente lo inepto que es.
Eso sin hablar de las condiciones de sanidad dentro de esos lugares, que van desde epidemias simples de gripa, hasta casos alarmantes de contagio por hepatitis B e incluso VIH (sida), esto no sólo se ve en las cárceles de la capital (Bogotá) sino también en diferentes cárceles del país, El Barne, de Tunja, Villahermosa, de Cali, entre muchas otras sin mencionar las cárceles de mujeres en donde una celda que solo está acondicionada para dos internos duermen hasta siete, o más, de los cuales solo tres cuentan con un colchón y por lo menos dos cobijas para abrigarse. En otros casos los canales de desagüe y las bocas del alcantarillado sirven como dormitorio para los internos que no cuentan con un respaldo económico, un ejemplo
es la cárcel Modelo de Bogotá, donde tiene capacidad para 2 mil 400 reclusos, sin embargo se asilan 5 mil, sin contar con los que faltan por entrar.
La cárcel pasa a ser un infierno terrenal, donde la vida es lo que menos valor tiene, y donde todos somos cómplices, porque nadie hace nada, porque las soluciones que se plantean son del momento, sin profundidad, incluso muchas de estas personas salen y no se les brinda ningún tipo de apoyo, ¿a que se van a dedicar dichas personas? a seguir delinquiendo, porque las puertas y ventanas están cerradas ¿dónde están los programas de resocialización? son tantas las falacias, que nos haría pensar que la esperanza ha muerto, sin embargo, como decía Federico García Lorca “El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”, esta es la verdadera epidemia que acaba con todo ser humano.