Expertos hallaron que los adultos de mediana edad que comían más carne roja tenían 19% más posibilidades de sufrir esa enfermedad que quienes comían menos.
Las personas que comen mucha carne roja podrían tener un riesgo más alto de sufrir algunos tipos de cáncer de riñón, según un estudio estadunidense llevado a cabo entre miles de adultos.
Los investigadores que escribieron sus resultados en la publicación American Journal of Clinical Nutrition hallaron que los adultos de mediana edad que comían más carne roja tenían 19 por ciento más probabilidades de sufrir un cáncer de riñón que quienes comían menos.
Una mayor ingesta de los químicos que se encuentran en la carne a las brasas también se vinculó con un riesgo mayor de padecer la enfermedad.
"Nuestros hallazgos apoyan las recomendaciones dietéticas para la prevención del cáncer: limitar la ingesta de carne roja y procesada y preparar la carne por métodos como el horno y la plancha", dijo la investigadora jefe Carrie Daniel, del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Estudios previos que examinaron el vínculo entre la carne roja y el cáncer de riñón llegaron a conclusiones mixtas, por lo que Daniel y sus colegas usaron los datos de un estudio entre unos 500 mil estadunidenses de 50 años o más para obtener más información al respecto.
El grupo fue encuestado sobre sus hábitos alimenticios, entre ellos el consumo de carne, y luego se les siguió durante un promedio de nueve años para estudiar cualquier diagnóstico de cáncer.
Durante ese tiempo, unos mil 800 de ellos -menos de 0.5 por ciento- fueron diagnosticados con cáncer de riñón.
En promedio, los hombres que participaron en el estudio comían entre 57 y 85 gramos de carne roja al día, frente a los 28 a 57 gramos de las mujeres.
Los participantes con un mayor consumo -unos 113 gramos al día- tuvieron 19 por ciento más posibilidades de padecer un cáncer de riñón que quienes ingerían menos de 28 gramos diarios.
Ese resultado se dio tras tener en cuenta otros aspectos de la dieta y el estilo de vida que podrían haber influido en el riesgo de cáncer, como la edad, la raza, el consumo de fruta y verdura, el tabaquismo y la ingesta de alcohol, y otras circunstancias médicas como una tensión alta y la diabetes.
El estudio no demuestra que comer carne roja o cocinarla de una manera concreta cause cáncer de riñón.
Y, según Mohammed El-Faramawi, epidemiólogo del Centro de Ciencias de la Salud de la University of North Texas en Fort Worth, algunas personas que comen mucha carne roja nunca desarrollarán cáncer de riñón, mientras que otros que apenas la prueben sí lo tendrán.
"La carne roja es una fuente importante de hierro, tiene proteínas", dijo El-Faramawi, que no participó en el estudio, y señaló que comer una cantidad limitada cuando se siguen guías alimenticias es una buena idea.
"No deberíamos dejar de comer carne roja porque haya una asociación entre la carne roja y el cáncer renal", añadió.
Daniel dijo que son necesarios más estudios para averiguar por qué comer carne roja está vinculado con algunos cánceres, pero no con otros. Pero por ahora, indicó, los químicos relacionados con la forma de cocinar la carne pueden reducirse limitando el tiempo que se le cocina, evitando la exposición directa de la carne a la llama o en una superficie metálica caliente, y usando el microondas para cocinarla parcialmente antes de someterla a temperaturas altas.
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